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Historia

La fortaleza de Gibralfaro es uno de los símbolos de Málaga, se sitúa sobre la cresta del monte homónimo coronándola de un extremo a otro a 132 m sobre el nivel del mar y bajo sus pies comienzan a descender escarpadas laderas que desembocan en el mar y en la ciudad.  Desde el principio de la historia de la ciudad este enclave ha sido fundamental para las civilizaciones que en distintas épocas se han establecido en Málaga era punto estratégico para la observación de la población, para guiar los barcos y para la vigilar los accesos por mar y tierra a la ciudad. 

Esta cima recibe su nombre del toponímico (Yabal, en árabe, monte y Faruh, ayamí del griego Faros, faro) ya que según la creencia se piensa que se construye un faro en época fenicia para facilitar la navegación de cabotaje, aunque no se han hallado restos de dicha construcción. En cuanto a establecer en ella una fortaleza nos debemos de remontar al siglo xiv. Entre los años 1344 y 1354 Yusuf i manda construir este castillo para proteger la alcazaba que se encuentra en la parte inferior y para establecer en su interior al ejército completando asi la fortaleza más inexpugnable de todo Al-Andalus. Se sabe que a la muerte de Yusuf la fortificación no está terminada y será su hijo Muhammad v quien termine el proyecto que establecía la necesidad debido a los avances en la artillería y en las tácticas militares de tomar el punto de altura sobre la alcazaba que ya se encontraba para así crear un baluarte que la protegiese quedando Gibralfaro como principal bastión y último reducto defensivo teniendo como único punto de entrada el pasillo fortificado que unía ambas edificaciones llamado Coracha. Ocupa una superficie de 21.310 m², incluyendo Coracha y Barbacana, con un perímetro de 1.310 metros de muralla. El recinto interior ocupa 12.630 m², y está encerrado por una fuerte muralla que mide 733 m. y que consta de 30 lienzos y 8 torres, en su mayoría macizas.

El conjunto fortificado alcazaba-coracha-gibralfaro tiene una posición estratégica, no solo por poder controlar visualmente todo el entorno desde la elevación, sino que desde mucha distancia se podía visionar cuando te acercabas a Málaga una fortificación gigantesca e inaccesible que protegía la ciudad y su bahía. Mayor importancia visual tiene el saber que en aquel entonces toda la ladera de la montaña estaba desprovista de vegetación para evitar las emboscadas y que el agua del mar casi rompía a las faldas del monte.

Para dificultar la conquista del castillo de Gibralfaro solo se va a establecer un único acceso y este se realizaba a través de una monumental puerta, a la que se accedía desde la Coracha y que comunicaba con la barbacana que rodea todo el perímetro exterior. Presenta la típica disposición de puerta “en recodo”, abierta en un gran torreón que se encuentra protegido por una doble puerta que corta la barbacana, y que forma en su interior un pequeño patio con zona para el cuerpo de guardia. En la actualidad se accede por una de las cuatro puertas que abren en los lienzos de las murallas en época cristiana para facilitar el acceso de suministros o los pertrechos militares.

En la etapa de la toma de la ciudad de Málaga, Ahmed el Zeqrí se refugia con un contingente de gomeres (Voluntarios de la Fe) en la fortificación para evitar que la ciudad se rinda a los Reyes Católicos, aprovechando el imponente sistema defensivo, el suministro permanente de agua gracias a los numerosos pozos y a los víveres acumulados en el interior.

Cuando la ciudad pasa a manos de los cristianos se restauran todas las murallas y torres, incluida la barbacana, por eso se conserva en perfecto estado en la actualidad. Tal es la importancia estratégica que le reconocen Isabel y Fernando a esta fortificación que destinaran el diezmo sobre la cal, teja y ladrillo para la reparación y conservación de las fortificaciones de la ciudad.

Durante la Guerra de Independencia el castillo fue objeto de importantes obras de fortificación y escenario de varios acontecimientos. Ante la fuerte presión del ejército español y de las guerrillas contra la ocupación francesa a partir de 1812, los franceses comenzaron su retirada de Andalucía. En Málaga volaron todas las fortificaciones que habían realizado en Gibralfaro, al tiempo que las últimas unidades del ejército francés abandonaban la ciudad, las minas colocadas en el castillo hicieron volar la Torre Nueva, las defensas exteriores, el acuartelamiento, la batería del malecón y el almacén de pólvora.

A partir de este momento el castillo se deja a su suerte debido a perder valor defensivo y se utiliza solo como prisión militar.

En 1938 se acomete un importante proyecto para repoblar de vegetación todas las laderas de la montaña para evitar así los corrimientos de tierra que se producían con el arrastre del agua de las lluvias. En 1977 se terminan de demoler las edificaciones militares y se acondiciona los jardines de cara a las visitas turísticas pero ese proyecto no se llega a terminar por lo que el ayuntamiento y junta de Andalucía acometen la restauración de muros, torres, caminos, aseos, aparcamientos, etc entre los años 1989 y 1999 para que lo visitemos tal y como hoy lo hacemos.

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